La ruta teresiana ‘De la cuna al sepulcro’ que partió hace unos días de la ciudad de Ávila, entró ayer en la provincia salmantina tras hacer noche en el convento de Duruelo, primera fundación de los frailes Carmelitas Descalzos. De ese pequeño emplazamiento en la zona de montaña de la comarca abulense de La Moraña, los peregrinos entraron en tierras charras por Mancera de Abajo, municipio al que se trasladó aquel primer convento fundado en Duruelo por San Juan de la Cruz y en el que la Madre Maravillas instauró un nuevo monasterio en 1943. Allí se unieron a la marcha nuevos andariegos encabezados por la alcaldesa, María Angustias Hernández. Todos encaminaron sus pasos hasta la siguiente parada, que se situaba en la villa de Macotera.
En la Plaza Mayor de Macotera una representación del Ayuntamiento encabezada por el alcalde, Jacinto García, esperaba a los peregrinos con buenas provisiones de fruta, agua y dulces tradicionales. Una vez repuestos de la dura caminata bajo un sol de justicia, los participantes en la ruta pudieron disfrutar de una visita al Museo Etnográfico de las Llanuras y Campiñas de Salamanca, así como admirar la hermosa iglesia parroquial de Macotera, dedicada a Nuestra Señora del Castillo.
Mientras tanto se sucedían los comentarios sobre el desarrollo de esta marcha, que con su primera edición pretende sumarse a los fastos por el V Centenario del Nacimiento de Santa Teresa de Jesús, uniendo su ciudad natal, Ávila, con el lugar en el falleció y en el que reposan sus restos, Alba de Tormes. Al mismo tiempo, se quiere recordar aquellos lugares por los que pasó la santa andariega a lo largo de sus muchos viajes o lugares especiales en su vida, como Gotarrendura, donde se casaron sus padres, o en la vida de la misión carmelitana, como Fontíveros, patria chica de San Juan de la Cruz.
La idea es perpetuar la marcha para que quien quiera, en cualquier momento, pueda hacerla, con organizaciones especiales en fechas señaladas, al estilo de lo que sucede con la Marcha Teresiana que cada mes de septiembre recuerda el último viaje que realizó, ya muy enferma, la Santa, entre Medina del Campo y Alba de Tormes, donde fallecería poco después.
Así lo explicó uno de los peregrinos, Andrés Aparicio, albense, que se mostró encantado por el desarrollo de esta nueva ruta. «Nos han tratado muy bien, ahora lo que hace falta es la ruta se mantenga», comentaba mientras esperaba a sellar el ‘pasaporte’ que, al estilo de lo que sucede en el Camino de Santiago, marca los lugares por los que pasan los peregrinos con el sello del Ayuntamiento correspondiente. Ayer, tras los sellos de Mancera de Abajo y Macotera, llegó el turno de Tordillos, donde los caminantes escucharon misa a las ocho de la tarde e hicieron noche, antes de partir en dirección a La Lurda, Garcihernández y, finalmente, Alba de Tormes.
Por su parte, el padre Antonio González -responsable de marcha- recordó ayer en Macotera que existe otra ruta, más extensa, que pasa por Peñaranda de Bracamonte y que así se señalizará con los azulejos correspondientes. «Es un camino algo más largo, pero que tiene el convento de las Madres Carmelitas de Peñaranda y su museo de bronces napolitanos como gran atractivo», apuntó. Que se sepa, Santa Teresa pasó por Peñaranda en uno de sus viajes, hospedándose en casa de los condes de Bracamonte, y se quedó muy cerca en el último de sus viajes, desde Medina del Campo. Cada año la Marcha Teresiana que recuerda ese trayecto final celebra en Aldeaseca de la Frontera, a apenas tres kilómetros de la ciudad peñarandina, la conocida como Comunión de los Higos, pues ese fue el único alimento que pudieron ofrecer a la santa cuando llegó, enferma de muerte, a ese municipio.
Caballos y niños
Pero no sólo de andariegos está esta ruta compuesta. También de una veintena de caballistas pertenecientes al club Horas a Caballo de Riocabado, en Ávila, que marchan detrás de los peregrinos a pie, seguidos a su vez por un pequeño pelotón de ciclistas, amigos de los jinetes. «Hay niños pequeños que no podían ir a caballo así que decidimos que lo mejor era que se unieran a la ruta en bicicleta acompañados de sus padres», explicó Joaquín Fernández, el responsable de esa parte de la organización. Entre esos niños pequeños, está Elena, que con sus cinco añitos marcha en una silla dependiente de la bicicleta de su padre y que es la más joven de los peregrinos que llegarán hoy a Alba de Tormes.
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